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¿Quién invita a quién?

A recorrer las instalaciones del lugar
el baño, el tacho de basura
la aplanadora, los carteles luminosos
la central de cabello
los horarios de movimiento interno
las infracciones permitidas
hasta una muestra gratis de aburrimiento
y por último el precio, claro.

Ambas partes se frotan las manos, degustando
la idea, y luego se juntan o se separan.

¿Un sónido de tren a una voz que se quiere matar?
¿Unas palmas que se repiten y se gastan
a un beso repetido y gastado?
¿Un puñado de letras a una mirada especular?

¿La oscura cueva a un poco de lluvia
que refleje la sangre
con la que nos hipnotiza la suerte?

¿Una pala dada vuelta
olvidada del pozo, y atenta
a lo que está por caerle encima?

¿Tu mano a otros ojos o dedos
que avistan lo que no es tu nube?

¿Mi medido reflejo
a esta farsa hecha de letras
con las que no te digo
nada y espero
que vos me digas todo?