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Hacerme visible es romper
el dibujo de tu mirada en mi cuerpo
-y las demás, que aquí no importan.

Es perderse con abulia descontrolada
por caminos estrechos en los que no cabe una pierna;
retorcerse hasta que las paredes opriman lo imposible

y explotar. Ver los escombros de cerca
sin recobrar la mirada medida
ni aunque sea necesario reacomodarlos.